Pertenecer…
Todo inmigrante ha sentido en algún momento la sensación de querer formar parte de algo. Sobre todo cuando te has ido de tu país natal por circunstancias ajenas al placer o turismo. Lo defino como un despecho o un guayabo como diría mi amiga colombiana Salomé.
Si, irte de tu casa, alejarte de tu familia y amigos puede llegar a ser como un luto y aunque haya sido una decisión propia y voluntaria (por tener una mejor calidad de vida y futuro), siempre está esa sensación agridulce.
Al menos en tres oportunidades he soñado con que vivo aún en Caracas y no en Buenos Aires y me despierto con esa percepción de ausencia, de lejanía, de pertenecer.
Es como si no fueras de aquí, pero tampoco eres de allá y en mi subconsciente se genera por un momento una sensación inaccesible. Supongo que es normal sentirse así, en algún momento nuestros sueños nos revelan cosas que queremos, deseamos o simplemente puedes llegar a tener también un déjà vu.
Y no quiero confundir esto con nacionalismo. Soy consciente que hay muchas personas, de muchos países que se sienten orgullosos de su nacionalidad o su idiosincrasia; pero personalmente me siento sin fronteras, sin limitaciones geográficas ni dividida en territorios.
Me sentí muy identificada con una frase que dijo el periodista peruano, Jaime Bayly, en uno de sus programas: “el nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando”, y la veo muy acertada. Muchos venezolanos deben sentirse identificados.
Lo que claramente no tendrá cura ni vuelta atrás es el tiempo. El tiempo que hemos pasado separado de nuestros seres queridos. El tiempo en que no pudimos ver crecer a nuestros sobrinos y hermanos. El tiempo separados de nuestros padres y abuelos. Y el tiempo que nos va a llevar superar las ganas de pertenecer.
Por: AKAD
Texto de Julio: ¡Los 30!
Excelente escrito Hija, te felicito y que Dios te Bendiga
ResponderEliminarTe amo ♥️
EliminarNo lo pudiste describir mejor ❤️
ResponderEliminar♥️
Eliminar